martes, 24 de marzo de 2009

Gustavo Adolfo Becquer

RIMA XI- yo soy ardiente

Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mí me buscas? -No es a ti; no
Mi frente es pálida; mis trenzas de oro
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro;
¿a mí me llamas? -No; no es a ti.
- Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!



Rima XV - Cendal flotante

Cendal flotante de leve bruma, rizada cinta de blanca espuma, rumor sonoro de arpa de oro, beso del aura, onda de luz: eso eres tú.
Tú, sombra aérea, que cuantas veces voy a tocarte te desvaneces ¡como la llama, como el sonido, como la niebla, como el gemido del lago azul!
En mar sin playas onda sonante, en el vacío cometa errante, largo lamento del ronco viento, ansia perpetua de algo mejor, ¡eso soy yo!
Yo, que a tus ojos, en mi agonía, los ojos vuelvo de noche y día; yo, que incansable corro y demente ¡tras una sombra, tras la hija ardiente de una visión!

Rima XXI - ¿Qué es poesía?

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.

Rima XXIII - Por un beso

Por una mirada, un mundo,por una sonrisa, un cielo,por un beso... ¡yo no séqué te diera por un beso!

Rima XXXVIII - Dime mujer

¡Los suspiros son aire y van al aire! ¡Las lágrimas son agua y van al mar! Dime, mujer, cuando el amor se olvida ¿sabes tú adónde va?

Rima LII

Volverán las oscuras golondrinasen tu balcón sus nidos a colgar,y otra vez con el ala a sus cristalesjugando llamarán.Pero aquellas que el vuelo refrenabantu hermosura y mi dicha a contemplar,aquellas que aprendieron nuestros nombres,ésas... ¡no volverán!Volverán las tupidas madreselvasde tu jardín las tapias a escalar y otra vez a la tarde aún más hermosassus flores se abrirán.Pero aquellas cuajadas de rocíocuyas gotas mirábamos temblary caer como lágrimas del día....ésas... ¡no volverán!Volverán del amor en tus oídoslas palabras ardientes a sonar,tu corazón de su profundo sueñotal vez despertará.Pero mudo y absorto y de rodillas,como se adora a Dios ante su altar,como yo te he querido..., desengáñate,¡así no te querrán!

Rima LXXXV - A Elisa

Para que los leas con tus ojos grises,para que los cantes con tu clara voz,para que se llenen de emoción tu pecho hice mis versos yo.Para que encuentren en tu pecho asilo y le des juventud, vida, calor,tres cosas que yo no puedo darles, hice mis versos yo.Para hacerte gozar con mi alegría, para que sufras tú con mi dolor,para que sientas palpitar mi vida, hice mis versos yo.Para poder poner antes tus plantas la ofrenda de mi vida y de mi amor,con alma, sueños rotos, risas, lágrimas hice mis versos yo

RIMA IV

No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: Podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas; mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista; mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías; mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, Y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista; mientras la humanidad siempre avanzando, no sepa a dó camina; mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras sintamos que se alegra el alma sin que los labios rían; mientras se llora sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan; mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡Habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran; mientras responda el labio suspirando al labio que suspira; mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; mientras exista una mujer hermosa, ¡Habrá poesía!

RIMA IX

Besa el aura que gime blandamente las leves ondas que jugando riza; el sol besa a la nube en occidente y de púrpura y oro la matiza; la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza; y hasta el sauce, inclinándose a su peso, al río que le besa, vuelve un beso.

RIMA VII

Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!».

No hay comentarios:

Publicar un comentario